¡Mierda! ¡Afloja los músculos
faciales! ¡Y ahora sonríe! ¡Como la cagues no repites! Meses sin
mojar y la acabas de joder -me iba diciendo mientras dibujaba una
sonrisa esperpéntica.
Tranquilidad. Aparenta tranquilidad.
Sonríeee. Bajé los ojos y sí: se me había quedado el condón
dentro. Ya me parecía a mí que la noche iba demasiado bien. Eso no
suele ocurrirme. Seis meses sin echar un puto polvo y la estaba
jodiendo.
Sus ganas de follar no aguantarían
mucho mi sonrisa. Necesitaba ganar tiempo. Necesitaba pensar. E hice un movimiento
atrevido para estar a medio polvo. Me puse a chuparle el dedo gordo
del pie. Con dos cojones. No tardó en protestar por el cambio. Con
una mano yo le sujetaba la pierna y la cabrona me agarraba de la otra
tirando hacía ella. Mientras decía : ven, ¡ven aquí! Yo no quería
ir. Así que no me quedó más remedio que improvisar. Con un
movimiento rápido dejé el dedo y deslicé mi lengua entre el dedo
gordo del pie y el segundo. De forma violenta. Eh,eh,eh,eh. No podía
pensar. Ella me tiraba del brazo con más fuerza. Tuve que entrelazar
mis piernas a sus pantorillas mientras continuaba sujetando su pie
con mi mano y aguantaba los tirones cada vez más fuertes
reclamándome a su lado. Estaba siendo un digno combate.
Decidí soltarme. Sonrío por la
victoria. Me atrajo hacia su lado. Me dejé llevar. Unos besos. Unos
besos. Unos besos. Y me olvidé. Puse la palma de mi mano en su
pubis. Anular e indice apretando los labios por fuera. Dedo medio
entre ambos. Y trabajar. Bim, bam, bim, bam . Tacto. Partida de
ajedrez . Ella mueve ficha. Busca con su mano mi polla. Pánico.
No quiero que descubra que estoy sin
protección.
Sólo se me ocurre darle un puñetazo
en toda la boca. Mierda. Ahora siíque esta todo perdido. Fóllame.
Cómo me has puesto -me dice. Pero de dónde coño ha salido esta
loca. Me coge la cara entre las manos y me besa. Un beso húmedo.
Muy húmedo, lleno de sangre. Hija de puta estás enferma. Quiero
irme. Pero, por otro lado, qué bien besa. Estoy que no estoy.
¡¡¡Buuu!!! Me estoy poniendo todo loco. Movimiento por su parte,
ágil e inesperado. Me pasa las piernas por encima de los hombros.
El típico movimiento de la rana. Y clavándome los tacones me amorra
al pilón. Hija de puta, está descontrolada. Dios qué bien me lo
estoy pasando.
Y en esas me encuentro. Preparado para
la especialidad de la casa. A chupar. Me clava espuelas. No está
dispuesta a que me tome un pequeño respiro.
Me relajo. Sé lo que tengo que hacer.
Y su respiración me indica que funciona. Los tacones aflojan. Y mi
lengua encuentra un segundo clítoris. ¿Segundo clítoris? Otra vez
espuelas. Vuelvo a la acción mientras pienso. Sonrío. Ya he
encontrado el condón. Me acerco como si quisiera decirle un secreto
a su utero mientras dejo que mi nariz le apriete el clítoris. Dime
purista. Y, aún no se cómo, a partir de ese momento todo pasó muy
rápido, salgo con el condón en la boca. Me levanto a la vez que le
doy la espalda. Sonrío. Ella creo que se queja. Y en ese momento
entra un señor por la puerta. Yo desnudo, empalmado y con un condón
usado en la comisura de los labios.
-¡¡¡Por el amor de Dios, hija!!!-
dice el señor que acaba de entrar en la casa.
Aprovecho el desconcierto para
marcharme. Con toda la dignidad que encontré que, por cierto, fue
mucha.
Me saqué el condón de la boca. Se lo
entregué al padre de la chica sin dejar de caminar . Aproveche que
la puerta estaba abierta para salir. Al cerrar la puerta me encontré
en la calle en pelotas. Con una erección descomunal. Pero una
sonrisa aún mayor. Sabía que me volveria a llamar.