viernes, 14 de febrero de 2014

La asombrosa historia de la no-relación

En la vida uno ha de ir preparado. Nunca se sabe. De repente vas caminando por la calle y ¡zas! aparece un bedel y te dice: Paco de 4A no ha venido ¡No pierda tiempo! Ahora toca clase de crecimiento emocional. Tema : las no relaciones.Y tú, transeúnte, le miras calibrando. Y dice: Alguien la tendrá que dar. Y uno, que no tiene nada mejor que hacer, busca su mejor tono y contesta: por supuesto. Y sube con toda la determinación que es capaz de encontrar. Y va pensando “la no-relación como relación en sí“. Joder. Cuántas implicaciones.
Las no-relaciones. Una no-relación es de una complejidad espantosa. A una relación la mientes, la observas, la engordas, ¡la quieres! Pero qué coño le haces a una no-relación. Comerte los mocos. Pues la alimentas. ¿Hasta cuándo? Pues hasta que ocupa demasiado sitio. Depende el piso que tengas la alimentas más o menos. !Sí, hasta para eso hay clases! Y me preguntarás, no sin razón, ¿y si vives en la calle? Aparentaría turbación. Y con un tono aleccionador no me quedaría más remedio que contestar: en ese caso, Don Simón.
Mi presencia en la clase no crea la menor expectación. No haré comentario alguno al respecto. Observo. Una clase tipo. Una desilusión colectiva. Respiro. Al lío.
Me llamo Juan Nadie. Hoy seré vuestro profesor e impartiré la clase de crecimiento emocional. Llevémonos bien y antes de que nos demos cuenta la clase habrá terminado. Como sabréis el tema de hoy es la no-relación como relación en si misma.


Os voy a contar un cuento:


“Érase una vez en un país maravillosamente remoto, donde lo ajado era resplandeciente y los límites no conocían contornos. Allí vivía Daniela. Piel de aceituna, cuerpo helénico, pensamientos claros, alma de alondra y, por manos, ternura. Un buen día Daniela se despertó y salió desnuda a la puerta de su casa. Cogió un vaso. Lo volvió. Y con una jarra de la más pura agua, empezó a derramarla por el exterior del vaso. Se pasó todo el día repitiendo la acción hasta que el cansancio la llevó a la cama. Al día siguiente hizo lo mismo. Con la misma dedicación. Con el mismo esmero. Con el mismo amor.
Se corrió la voz y poco a poco el lugar fue llenándose de curiosos. Los chicos que pasaban no podían dejar de experimentar una tímida erección. Y Daniela se convirtió en un enigma. Lloviera, nevara o abrasara el sol, Daniela seguía ocupada en su ritual. Esa era la misión que ella había escogido. Con el tiempo los curiosos fueron menos. Y, al final, la gente pasaba sin reparar en Daniela que allí estaba con su jarra.”


Chicos, así es como se alimenta una no-relación. Ya es cosa vuestra si consideráis que es campo fértil para vivir o campo yermo de donde huir.
Y sí, por supuesto que entra en el examen.
Juan Nadie salió de la clase en busca del bedel. No se sorprendió cuando éste le informó de que la hora la cobraría a 90 días.

miércoles, 12 de febrero de 2014

de mayor sere...



No se me dan bien las relaciones de pareja. Es un hecho. Me pongo nervioso. Me puede el ansia. El querer. ¡Relájate! me digo. No tienes porqué dominar todos los palos, me repito. Hoy en dia la información es abrumadora. Puedes simplificarla leyendo prensa gratuita, pero ahí está. Y me digo: especialízate. ¿Porqué dominar todas las combinaciones de las relaciones humanas? No tiene sentido. Prioriza. Acota. Define. No soy un hombre del renacimiento. 


Apostato del todo. Yo, pequeño . Posicionado. Me especializo en amante. Bonita palabra. Mejor amante que niño yuntero. Y en ese terreno me defiendo. Con todas mis contradiciones. ¿Has intentado disfrutar de tus contradiciones? Es un ejecicio interesante. No me atrevo a decir instructivo. Definitivamente, no me atrevo. El problema es el complejo de Peter. Te dirán, con suerte, que eres un buen amante. Ya intuyes que te pinden un siguiente paso. Un nivel completado. Una puerta a una plenitud de la parte. Ahí es cuando has de decir: “¿Yo? Qué va, qué va, que va.... pero cómo se te va, tía. Te has dejado llevar. Yo, de cinco justito. Y me gusta suspender para poder repetir en septiembre...que tengo mucho que aprender. Yo, voluntad. Eso sí, pero no todo es querer, eh. De la convicción con que lo digas dependerán tu futuro y que puedas repetir en septiembre. Esa dulce y humeda reválida.