jueves, 16 de julio de 2009

Reunión de pastores, ovejas muertas. Capítulo III

Capítulo III.-
Néstor comprueba la dificultad que conlleva trasladar un plan del lápiz al papel
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Ocho de la mañana, he dormido siete horas. Me ducho. Me preparo para salir. Tomo algunas precauciones. En una ciudad de unos dos millones de personas, mayoritariamente blancas, le graban a uno unas 400 veces al día entre comercios, bancos, instituciones y otro tipo de cámaras. Una gorra, treinta minutos de caracterización y un tatuaje en el brazo, que harías bien en llamarlo calcomanía: mi madre monta una Harley. Una vez en la calle, no sabía por dónde comenzar. ¿Cómo se busca una pareja apta para ser asesinada? Poco a poco me inunda una sensación de pánico. Comienzo a recitar un murmullo, una especie de mantra “soy funcional y eso me define”, poco a poco dentro de mi mente a la idea se le van sumando instrumentos. Soy funcional… más batería. Soy funcional…más batería y saxofón. Soy funcional…más batería, saxofón y violines. Soy funcional…más batería, saxofón, violines y coro. Coño, soy cojonudo, el mantra no sólo me ha otorgado valor sino que también me ha levantado la polla. Reiniciado, con una misión, la determinación hace que mis piernas avancen.
En una investigación sobre asesinatos en serie, la localización de los homicidios tiende a crear un círculo. El centro del mismo es un punto geográfico próximo al domicilio de asesino.
Miro a la gente, sin saber qué criterio utilizar. ¿Me baso en Dios y doy carnets de buenos y malos? ¿Una limpieza intelectual? ¿O a suertes? Quizás la primera vez con una persona manifiestamente débil ya me sirva.
¿Dónde se encuentra una persona débil? ¿ Y cómo se accede a ella? Ni idea, improvisaré. Cojo el metro. Lo dejo. No sé dónde estoy. Estoy colocado de miedo. El barrio parece el decorado de un videojuego, nada se asemeja a la realidad. Camino. Veo salir a una anciana de un supermercado, lleva dos bolsas. Es una anciana, una persona débil, apuesto a que sí.
-Disculpe, señora. Déjeme ayudarla con las bolsas…deme, deme, que deben pesar.
-Gracias hijo, pero este barrio esta cada día peor. ¿No me querrá violar, caballero? -preguntó la señora francamente preocupada.
-Por Dios no diga tonterías, yo nunca le haría eso- empezaba a pensar que el mundo se había vuelto loco, cada día la gente está peor.
-¿Ah, no? ¿ y porqué?-exigió secamente la mujer.
Parece que había encontrado un victima que se lo merecía, cosa que no me importaba.
-Señora, nunca la violaría, a no ser que usted me lo pidiera, y entonces, no creo que lo pudiéramos llamar violación. Sería una relación consentida. Por lo tanto me enorgullece poder decirle taxativamente que no la violaría nunca. Y una vez solventado este punto ¿me deja usted las bolsas para que pueda ayudarla?
-¡Socorro, Socorro! ¡Este degenerado se ha propuesto sodomizarme encima de ese coche! ¡Llamen a la policía! ¡Socorro!- la vieja chillaba como una poseída.
-Qué dice, mujer perturbada, yo no he sodomizado nunca a nadie y está de guasa si piensa que iba a empezar con usted. No me muerda puta, pero cómo es que tiene dientes a su edad. Aaah. me ha arrancado un trozo de carne. Vayase con el inserso, cabrona- me voy corriendo no por la gente que viene sino porque la abuela de los cojones es un peligro.
Empiezo a intuir que mi exilio voluntario de la sociedad me ha convertido en un tullido social.

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