viernes, 19 de junio de 2009

Reunión de pastores , ovejas muertas ( capitulo I )






Funcional, así soy yo. Hay gente que cree que son piscis, capricornio o, incluso, sagitario. ¡Sagitario! Yo no, yo simplemente soy funcional. Desde pequeño tuve conciencia de ello y no me importó lo más mínimo, igual que a los animales. Ellos también son funcionales. Yo soy un animal, cultivado, pero animal al fin y al cabo.
Tengo treinta y ochos año. Estoy en forma. Soy feo. Soy alto. Soy ateo. Tengo dos licenciaturas. Cinturón negro de kárate. Lector compulsivo. Como para alimentarme, y trabajo como si la vida no me fuera en ello, porque os diré un secreto: la vida no me va en ello. Tengo un atributo que no es funcional, la arrogancia, del cual disfruto en soledad. Sólo hay que bajar a la calle y dar una vuelta para sentirse arrogante, es tan fácil.
¿Que la infancia es la explicación a todo? Puede, yo no lo creo. Viendo las series televisivas de hoy en día no hay un psicópata al que no hayan pegado de pequeño, ni un violador del que no abusaran, ni niño con separación a cuestas que no haya padecido una depresión en su vida.
Mi familia: padre, madre. Ésas son las variables con más peso en mi vida. Dos amigos son las dos últimas variables estables. Después, un subconjunto de variables, que surgen al interactuar con la sociedad. En una ecuación, cuantas más variables menos funcional, así es que siempre he luchado, sin que supusiera ningún esfuerzo, por llevar una vida pobre en variables, rica en tranquilidad. Una cosa funcional es una cosa sencilla. Mi vida es sencilla, y a mi modo de ver completa.
Mi infancia, como la de todos los niños, fue funcional, decidían por mi. No me tenía que preocupar por nada que no fuera comunicar a mis padres lo que necesitaba. Si tenía que llorar, lloraba. Si tenía que gritar, gritaba. Si tenía que besar, me jodía. Ya lo entenderían con lloros o gritos.
Mi primera experiencia disfuncional fue la separación de mis padres. Mi madre no era feliz. Ella pensaba que mi padre no tenía objetivos en la vida. Para ella los objetivos tenían que ser un camino, incluso creo que se habría contentado con un sendero, pero siempre de subida. La frase 'que me quede como estoy' le parecía una ordinariez. El dolor era sincero. Quererse no es sinónimo de nada. Los estados de ánimos no tienen sinónimo, se viven. Yo debía tener doce años. Eran buena gente, me dejaron escoger con quién quería vivir. Así que, como los objetivos de mi padre eran más funcionales que los de mi madre, la elección estaba tomada.
Mi infancia fue feliz y mi llegada a la adolescencia también. Me planté con dieciocho años en un mundo confortable que yo había construido a mi alrededor. Claro está que mi mundo no era impermeable a la curiosidad humana y a los actos que de ella se desprenden, pero sí que era lo suficientemente estable y estanco para que yo lo pudiera considerar mío.
Me une al mundo que soy un ser humano. Me aparta de él que no lo entiendo. En los últimos años, por ejemplo, han proliferado los restaurantes con I+D (imaginación más diseño). Pues bien, yo como ensaladas, cosas a la plancha y leche, mucha leche. La ensalada sin aceite porque, si no, sabe a aceite y no a ensalada. Como porque he de comer para subsistir pero no gozo con ello, simplemente me quita tiempo.
¿Con qué gozo? Con mi formación intelectual, la lectura y el deporte. Un asceta del siglo XX. Leo mucho. Muchas veces en inglés porque es funcional. Así que aprendo inglés mientras gozo.
No salgo por las noches. Es demasiado peligroso. Un día salí con unos amigos a una discoteca. Estábamos en los lavabos cuando irrumpieron en él tres miembros del personal de seguridad. Nos acusaban de haber lanzado gases lacrimógenos. Eran torres vacías que gestionaban mal la violencia. Me quisieron acorralar. Yo cogí a mis amigos y los llevé a la calle. Ellos estaban blancos como yo. No me puedo permitir pelearme, podría perder el control y haberlos matado. La cárcel no es funcional. La noche es peligrosa.
Las mujeres son otro inconveniente en la búsqueda de la sencillez como formas de vida, las caté. Las sufrí. Y las aparté. Una buena paja y tu vida es sencilla. Una buena mujer y continuas haciéndote pajas. Lo que no es necesario es superfluo. No hay ecuación que resista a una mujer. ¿Existen las ecuaciones de variables variables? Lo dudo.
Y en ésas estaba mi vida, cuando vino la peor de las disfunciones: mi piso se quedó pequeño. Pardiez, mierda de vida. Odio los cambios. Odio mis necesidades. Sin duda necesitaba más espacio. Problemas de biblioteca, problemas de trabajar en casa. Años construyendo mi mundo y zas.
El mercado no estaba para vender el piso. Los bancos no querían saber nada de una persona sin nómina. Años apartándome de la sociedad y ahora la sociedad me apartaba a mí. Mi mundo se resquebrajaba. Por Tutatis, este cielo romano se cae sobre mi cabeza mientras la vida se me escurre entre las manos. Años educando mis necesidades...pero el ser humano es así, bosteza y crea una necesidad.
Fue un Domingo, a las tres la mañana, cuando tuve conciencia de que mi piso era pequeño. No dormí. La materia gris no paraba de buscar soluciones. Desde el suicidio al cambio de barrio. Pasé de la risa al llanto. De la masturbación a la autolesión. De la cordura a la teletienda. Hasta que, a las siete de la mañana, en un estado de semiinconciencia, cerré los ojos y me dormí.
Cuando abrí los ojos tenía el techo a unos diez centímetros. Mi cerebro me enviaba un aviso: No olvides que se nos ha hecho pequeño el piso. Cómo coño se me iba a olvidar. En cuanto el cerebro certificó que me acordaba el techo volvió a estar a dos metros cuarenta centímetros. Como siempre.
Me desperté con la sensación de tener la respuesta. Me tapé las orejas con las manos y apoyé los codos en la mesa. Una masa negra se apoderó de mi cabeza. Se hizo el silencio. A medida que pasaban los segundos me aplastaba con más y más fuerza. Y de repente vi cómo entre la negrura avanzaba una carta de Trivial desde los lindes mi mente. Giraba sobre sí misma, acercándose. Hasta que las soluciones se plantaron ante mí.
a) Quemar la casa conmigo dentro.
b) Adaptar mis necesidades a mi posibilidades .
c) Decir al señor Rafael que sí.
Me esforcé en volver la carta. Era nuevo en el campo del poder mental. Apreté tanto como pude. Cerré los ojos y apreté, cerré los puños y apreté. Nada. La puñetera carta no giraba...
Eureka, la carta gira a la vez que me cago encima. Me he cagado, de verdad, en los pantalones.
Respuesta correcta: Decir al señor Rafael que sí.
Sin tiempo de limpiarme el culo llamo al señor Rafael
–Hola señor Rafael soy Néstor, su antiguo vecino.
–Hola muchacho, siento mucho la muerte de muerte de tu padre. Me enteré hace unos días. Pensaba pasar esta semana para darte el pésame. ¿Fue hace dos meses, no?.
-Sí, sí. Yo le llamaba para decirle que sí- me comía las palabras, tenía prisa para conocer la respuesta.
-No te entiendo, Néstor- Rafael empezó a pensar que la muerte le había afectado. Una gran demostración de amor.
-¡Cómo que no me entiende! Hace dos años me dijo si quería alquilarle el piso, para independizarme y continuar en el barrio. Ahora sí, lo quiero. Lo necesito, señor Rafael.
-Mira chico, siento la muerte de tu padre. Veo que estás un poco alterado. Es comprensible. Pero, tú sabes que tienes vecinos, ¿no? Pues se debe a que me alquilaron el piso. Hace casi dos años. Tienen contrato para otros cuatro. Lo único que puedo hacer es, dentro de cuatro años, y antes de renovarles, preguntarte si aún estas interesado,- decía. Inquilinos que en dos años habían pagado sin un retraso, ni un problema. Ni loco les iba a renovar. -pensó.
-Siento oir eso.- Colgué. Me senté en el suelo intentando buscar una solución hasta que el tacto de la mierda se me hizo insufrible. Después de lavarme sólo estaba de mierda hasta el cuello, en sentido figurado, pero apestaba igual.
Lo voy a matar. Señor Rafael, le comunico que va a fallecer de una forma muy dolorosa pero a la vez inodora. Quiero el piso. Quiero el puto piso. Lo necesito. Llevo 38 años mentalmente estables y de repente, ya no. Se fue mi estabilidad junto a Laura Pausini. ¿Me la he pelado alguna vez pensando en Laura Pausini? Creo que no. Post it mental: pelármela con Laura Pausini.
Mi corazón viaja por todo mi cuerpo, los latidos me indican las paradas que hace. Me siento, apoyo la espalda en la pared y dejo caer la cabeza entre las rodillas. Intento controlar mis miedos. Los cabrones están desbocados. Y decido no moverme un centímetro hasta saber cómo he de actuar.
Llevo cuatro horas y sólo sé que lo quiero matar. El señor Rafael tiene dos hijos que deben ser los herederos legítimos. Dos dueños del piso, y los vecinos aún tendrán contrato por cuatro años más. Si no he podido conseguirlo con un propietario, con dos tendría la mitad de posibilidades. Si mi ataque de angustia no me nubla la mente la mitad de cero posibilidades son cero posibilidades. Y sin embargo aún lo quiero matar. Suenan las trompetas, los ejércitos se preparan. A mi derecha, las jaurías de mi instinto asesino y mi izquierda el lado funcional. Mi lado funcional se despliega en una táctica envolvente. Un ataque frontal mientras los flancos ejecutan un avance perfecto hasta crear un círculo, y patean mis ansias de matar. La lucha es desigual. Un ejército es disciplinado, el otro es un grito sin general. Estoy tan cansado. Dejo de luchar por mantenerme en pie. Ya leeré mañana en el periódico quién ha ganado.
Me despierto con dolor de espalda. Tardo unos segundos en orientarme. Me levanto y enciendo el ordenador. Busco las ediciones digitales de cualquier diario de tirada nacional. Me sudan las manos. Qué será, qué será:

EJÉRCITOS FUNCIONALES PATEAN EL CULO DE INSTINTOS ASESINOS.
La victoria no fue absoluta. Un número indeterminado de Instintos anda suelto.

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